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CARNAVAL Y CHINELO, LA FIESTA DE LOS PLACERES
Por Luisa Miranda
Primera parte
Historia y significado
Existe una controversia histórica acerca del origen del carnaval tal como lo conocemos hoy en día, los más antiguos y primeros carnavales del mundo tuvieron lugar hace unos 5000 años, cuando las fiestas paganas relacionadas con los ciclos del cielo y la naturaleza se llevaban a cabo en las antiguas civilizaciones sumeria y egipcia. En aquél tiempo las fiestas se celebraban a la par del equinoccio de primavera, con la finalidad de cerrar el oscuro invierno, plagado de espíritus malignos, y celebrar la luminosa llegada de la primavera y sus tiempos de luz y fertilidad.
Esas fiestas paganas también fueron ensalzadas por los romanos y los griegos con las Lupercales, las Saturnales y las Bacanales (¿les suena éste último término?). Eran celebraciones en honor a sus dioses: Luperco, Saturno y Baco. Fiestas-rituales que culminaban en excesos de comida, bebida y lujuria.
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Con el crecimiento del Imperio Romano, estas festividades se extendieron por toda la región, incluyendo por supuesto a la entonces llamada Hispania. Posteriormente el imperio Romano adoptó el cristianismo y la influencia de la Iglesia Católica Romana se extendió por todo el mundo, incluido el llamado “Nuevo mundo”, que tenía sus propias festividades originales, mismas que los evangelizadores manipularían para transformarlas en fiestas católicas.
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Como festividad católica, el carnaval es la fiesta que precede a la cuaresma, siendo celebraciones temporalmente subsecuentes, pero diametralmente contrarias. El término carnaval procede de las palabras latinas carnis (carne) y levare (quitar), haciendo referencia a que es un periodo anterior a la abstinencia sexual y al ayuno propios de la cuaresma.
Es bien sabido que un carnaval siempre se presenta como una festividad donde predomina la celebración de los placeres mundanos: la música, el baile, la comida, la ingesta de bebidas alcohólicas, lo sexualizado y en general un ambiente de libertad, con celebraciones públicas que incluyen fiestas callejeras, desfiles, bailes o alguna otra forma de entretenimiento.
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La cuaresma en cambio es el tiempo litúrgico que corresponde a la rememoración de los 40 días que Jesús pasó a solas en el desierto y que anteceden a su calvario.
Por lo tanto, es un tiempo de reflexión, de conversión, de penitencia, de preparación para la pascua, para comprender el misterio del sacrificio de Jesús en la cruz y su resurrección.
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Resulta curioso pues, que el día anterior al miércoles de ceniza (día en que comienza oficialmente la Cuaresma), sea el martes de carnaval (último día en que es válido dar rienda suelta a los instintos).
En la próxima entrega hablaremos de la vestimenta. No se lo pierdan.
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