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MÁQUINA 279
Por: Rubén Ocampo Alamán.
Estudiar la historia del ferrocarril permite entender la configuración del país. El tren influyó en la conformación económica, política, social e incluso geográfica de México. Se trazaban las rutas, en ocasiones, con criterios políticos, para debilitar o fortalecer a grupos de poder que estorbaban o favorecían al porfiriato, según el caso.
Socialmente el ferrocarril, con el progreso a cuestas, definió el surgimiento de asentamientos humanos que hoy son parte de la geografía de los estados, son cabeceras municipales esas antiguas haciendas cuya influencia de este medio de transporte determinó la vida de sus habitantes.
Símbolo de modernidad, el tren, que sirvió durante el Porfiriato como instrumento político, permitió la ampliación de mercados regionales y nacionales, facilitó la comunicación de personas y heredó importantes aportaciones en materia social, cultural, deportiva y económica al México de hoy.
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El uso del ferrocarril también fue decisivo durante la Revolución Mexicana, con lo que el tren y las vías construidas durante el porfiriato pasaron a ser una herramienta fundamental para los combatientes de ambas facciones. El ferrocarril y los ferrocarrileros desempeñaron un papel protagónico en la Revolución Mexicana. Desde el comienzo de la sublevación militar el uso de los trenes se generalizó, ya no sólo para mover ejércitos sino por su importancia estratégica y táctica en la lucha armada. El uso del tren fue determinante porque quien controlaba las vías garantizaba la movilización de las fuerzas para atacar o defenderse. En este contexto, los ferrocarriles tuvieron múltiples usos como trincheras, almacenes de armas, paredón de fusilamiento, oficinas telegráficas, hospitales y cuarteles.
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A pesar de lo que la mayoría de las personas creen, el ferrocarril no desapareció del todo en nuestro país, la privatización derivó en sólo transporte de carga y no de personas, lo que terminó por cancelar estaciones pequeñas de municipios que vivían del ferrocarril y para el caso del Estado de Morelos específicamente dentro de la línea Interoceánica en Cuautla, inaugurada como estación de tren el 18 de junio de 1881 en lo que fuera la huerta del Convento de San Diego, y que trajera una transformación radical a esta heroica ciudad, con un antes y después del ferrocarril representado fielmente en nuestros días por la máquina 279.
Nuestra icónica máquina de vapor 279 fue construida por la Baldwin Locomotive Works de Filadelfia y puesta en servicio en el año de 1924 para la línea Ferrocarril de Morelos que más tarde sería incorporada al Ferrocarril Interoceánico México – Veracruz que trajera gran prosperidad a Cuautla.
En su ir y venir de nuestra heroica ciudad no fue hasta 1983, y gracias al grupo “Amigos del ferrocarril”, cuando por sus propias ruedas entra ruidosa y triunfante al andén por la vía angosta de la céntrica estación de tren que para entonces ya estaba en desuso. Remolcaba dos carros con pasajeros, de esos a que también llamaban “pambazos”. Así arribó la recién arreglada locomotora, con su penacho de humo, estridente ruido y ensordecedor silbar. Quienes ahí estuvimos, con curiosidad y asombro, teníamos el impetuoso deseo de tocarla.
El 26 de abril de 1988, como parte de la recuperación de materiales que sistemáticamente hacía Ferrocarriles Nacionales, se intentó trasladar a sus talleres pero la ciudadanía se opuso impidiendo su paso por las vías. Así fue como la 279 fue en definitiva donada a la ciudad de Cuautla deviniendo pronto en inmejorable símbolo de identidad y orgullo para los cuautlenses.
Construida inicialmente para utilizar chapapote como combustible, fue modificada en el año de 1989 en los talleres de Aguascalientes para utilizar diesel.
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La 279 fue la última máquina de su tipo en funcionamiento en México dando paso al memorable Tren Escénico haciendo recorridos turísticos de Cuautla a Yecapixtla y de regreso hasta 1992 para después esporádicamente ponerse en marcha en fechas festivas y ocasiones especiales como filmaciones de películas, comerciales y gran cantidad de eventos. Su imagen fue utilizada en los billetes de cien pesos, conmemorativos del Centenario de la Revolución Mexicana, y así es como el querido y pesado armatoste metálico vino a convertirse en icono de nuestra Heroica e Histórica ciudad, dando servicio en sus mejores tiempos y pasando de ser un potencial atractivo turístico a pieza principal del Museo Vivencial del Ferrocarril hoy en día.
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