¿Cómo nació el mercado que se hizo “Viejo”?
Por Luisa Miranda
Los mercados son… como un punto suspendido en medio de las poblaciones, sitios populosos que se mueven bajo su propia dinámica… Parecieran, incluso, entes vivos por cuyas venas corren ríos de gente y que “laten” bajo el impulso que les imprimen los pregones de los “marchantes”, dotándolos de un ritmo vibrante, bullicioso… Musical.
Los mercados huelen a comida y a telas nuevas, pican en el olfato y se escuchan en el golpe seco de la aplanadora de carne; se caminan, se conocen, se saborean, se gozan, se sufren. Los fuereños los visitan por curiosidad, los oriundos los frecuentan por necesidad.
Si se quiere conocer el rostro verdadero de un lugar, hay que visitar su mercado: Olores, colores y sabores se mezclan en cuidadoso desorden para hacer un retrato perfecto de lo que la región produce y ofrece.
Todos somos protagonistas en esos pasillos, unos comprando y otros vendiendo. Uno de estos entrañables protagonistas fue locatario fundador del primer mercado municipal: Don Lucas Bustos, quien hace algún tiempo nos contó cómo fueron los inicios de este, el primer mercado de Cuautla:
“Yo empecé en 1950, cuando no había mercado sino sólo una plazuela a donde bajaban las personas de tierra fría y ponían sus manteados con horcones para vender peras, manzanas, duraznos, semillas y todo lo que se daba por aquellos lares. En aquel entonces se promovió una especie de mercado, no era un mercado en forma, sólo era un terreno donde cada quien buscaba un lugarcito, ponía su manteado y… ¡a vender!”.
Posteriormente, en el año de 1954 por orden del presidente municipal Leobardo Alanís fue erigido el primer Mercado Municipal de Cuautla Morelos, en los terrenos de los huertos del Convento Dominico de Santiago Apóstol. Un dato curioso es que en esos mismos terrenos se encontraba ubicado, muchos años antes, un cementerio en donde eran enterrados los restos de las personas pudientes de aquella época. Esas antiguas catacumbas se encuentran actualmente justo debajo del Mercado Cuautla, o “Viejo”, y se entra a ellas por el ex-convento situado justo al lado de la iglesia del zócalo. Este lugar no tiene acceso público, aunque se pueden ver los tragaluces en el piso de la calle aledaña al mercado, por donde están las peluquerías.
Lucas Bustos, que a la postre tendría 32 años, comenzó por comprar un lugar sin saber siquiera qué sería lo que vendería; aconsejado por su mujer se decidió a vender ropa de hombre: Sombreros, pantalones, camisas, cinturones, pañuelos, calcetines, etc. Siendo su principal competidor en el ramo el señor Carmelo García, también fundador del Mercado.
Entre las mercaderías que más se ofertaban estaban: Comida preparada, frutas y verduras, abarrotes, tepache, huaraches, monturas para caballo, reata para lazar, sombreros de palma originales de Guerrero.
Ese mercado en sus inicios estaba, según palabras de Don Lucas “en pañales”. Algunos locatarios comenzaban vendiendo fruta y luego cambiaban al ramo abarrotero, otros vendían semillas y poco después cambiaban a utensilios de cocina. Así pasaron algún tiempo acomodándose para ver qué mercancía les dejaba mejores ganancias.
Hasta que, inesperadamente, llegaría la llamada “época de oro”, que traería consigo una alta derrama económica al municipio. En 1964 el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) comenzaría la construcción del Centro Vacacional Oaxtepec (CVO), en el poblado circunvecino del mismo nombre, lo que trajo consigo un gran número de trabajadores de la construcción que bajaban a comprar ropa y alimentos. En ese tiempo los trabajadores del campo ganaban un promedio de $5, en contraste con el sueldo de $40 que percibían los constructores del CVO. “Llegaban a comprar dos arreglos de ropa (camisa y pantalón) sin reparar en el precio, vendimos a como quisimos, ese dinero fue lo que aventó al mercado y lo hizo florecer”.
Otro factor que sumaría al florecimiento económico del incipiente mercado Cuautla fue que, por esos mismos años, a los agricultores del cercano municipio de Atlatlahucan les favoreció muchísimo el precio del jitomate y tuvieron muy altas y bien pagadas ventas del producto, lo que también movió el comercio regional trayendo consigo una ráfaga de bonanza al que era uno de los centros de comercio más grandes de la región.
Menos de una década después, mientras los otros ramos se mantenían, con altas y bajas, el negocio de venta de ropa al interior del mercado, sufrió un descalabro cuando comenzaron a establecerse locales comerciales formales en diferentes calles del centro de Cuautla, entre ellos “El Campesino del Sur” y los “Almacenes Gutiérrez”, ambos pertenecientes a la misma familia. La gente comenzó a preferirlos para sus compras de ropa.
No obstante, el mercado “Viejo” sigue vivo y fue recientemente remodelado. Las ventas se han diversificado predominando la comida, con delicias locales como la famosísima cecina, la barbacoa de chivo y el refrescante tepache. La talabartería sigue vigente en huaraches, sillas de montar y cinturones. Continúan los pregones, los colores, los olores y la sonrisa y atención de sus marchantes.
Don Lucas Bustos falleció el 5 de junio de 2016.
Agradecemos su valioso anecdotario para la elaboración de una parte de este artículo.